lunes, 30 de marzo de 2009

la tarde mágica

Bueno, llevo bastante tiempo sin publicar nada, pero esque entre los exámenes, ahora que han sido fallas y todo, no me ha ado tiempo.
Bueno, espero que disfruten con el capítulo.



La tarde mágica


Nos dirigimos hacia su casa en nuestras bicis. Me daba vergüenza ir con bici delante suyo ya que no era una buena ciclista. Me daba miedo caerme y hacer el ridículo delante suyo. Menos mal que en todo el trayecto me mantuve firme y atenta. Cuando llegamos a su casa, estaba muy cansada y hambrienta. Su casa se encontraba unas dos manzanas de mi casa. Desde fuera, la casa parecía grande y espaciosa. Era de un color rojizo, muy llamativo, y muy bonita. Pensé que había sido mejor ir a su casa en vez de a la mía ya que me daba vergüenza delante de aquella preciosa casa.
Dejamos las bicis en el porche delantero y nos encaminamos hacia la entrada. Nos abrió la puerta su madre. La mujer era de altura similar a la nuestra, delgada, con una preciosa cara blanca. Sus ojos azules, como los de Mike, llenaban toda su cara. Su precioso pelo rubio y ondulado estaba recogido en una coleta. Llevaba puesto unos vaqueros piratas y una camiseta de manga corta rosa.
- ¡Hola chicos!- su voz sonó entusiasmada- ¿Qué tal ha ido el instituto?
- Muy bien. Mamá te presento a Jessica. Ha venido a casa para estudiar.
- ¡Oh, Jessica! Un placer. Me alegro un montón de que Mike tenga amigos en el instituto.
- El placer es mío señora …
- Si quieres puedes llamarme Rose.
- Bueno Jess, vamos a mi cuarto- Mike parecía querer irse de allí cuanto antes.
- No señorito, ahora vamos a comer. Iros a lavar las manos.
- Vale- respondimos al unísono.
Por un momento, me fije en la casa. Era muy espaciosa. Constaba de dos pisos. En el de abajo estaba el comedor, la cocina y un cuarto de baño. Las escaleras para subir arriba se encontraban nada mas entrar en la casa. En el piso superior estaba un largo pasillo en el cual estaban las habitaciones. Mike me explico que una era la suya, otra la de su hermana mayor, Anne, otra la de su hermano pequeño Josh, otra la de sus padres y otra era el cuarto de baño. Fuimos a dejar las mochilas a su habitación. Era muy grande. En el medio se hallaba una cama gigantesca de matrimonio, a los lados estaba todo lleno de estanterías con miles de libros. Tenía una ventana que daba a un paisaje precioso. Tenía un escritorio grandísimo con un reproductor de música, un ordenador y libros por encima suyo. En las paredes que no tenían estanterías, tenia posters de gente famosa, desde los personajes mas célebres hasta bandas de música rock que extrañaba.
Dejamos las mochilas encima de su inmensa cama y nos dirigimos escaleras abajo. Cuando llegamos al comedor nos esperaban sus padres y hermanos. Estaban ya todos dentados en la mesa. Mike con voz alegre dijo:
- Familia, ésta es Jessica. Jessica, estos son: mi padre, Jack, mi madre, Rose, y mis hermanos, Anne y Josh.
- Hola, Jessica!- dijeron todos al unísono. Parecían encantados que estuviera allí.
Nos sentamos a comer. Estaba al lado de Mike y su hermana. Rose preparó unos spaghetti con salsa de tomate deliciosos.
Al principio, me sentí incómoda allí, comiendo con esas extrañas personas a las que apenas conocía. Pero poco a poco, me fui acostumbrando a ellos. Estuvieron toda la comida hablando amablemente conmigo, sobretodo su hermana. Era una de aquellas chicas que hablan por los codos, pero que no te importa en absoluto. Era una chica de 16 años muy guapa. Su pelo rubio ondulado le caía por sus hombros y sus ojos verdes resaltaban en su tez blanca. Su hermano, de unos 9 años de edad, era bajito y un poco más moreno que sus hermanos. Su pelo castaño claro cortado con flequillo recto, dejaba ver un aire travieso en esos grandes ojos marrón claro. La cara regordeta la tenia llena de pequitas. Su padre era un hombre era un hombre que tendría unos 40 años, de piel morena, pelo castaño y ojos verdes.
Al terminar de comer, recogimos la mesa y nos subimos al cuarto de Mike. Nos sentamos para estudiar en su inmenso escritorio. Estuvimos estudiando casi toda la tarde. La lección me pareció mucho más fácil con él de tutor y me pude concentrar fácilmente. En algunos casos, esos ojos azules hacían que entrase en trance, pero, rápidamente, me volvía a concentrar. Cuando ya llevábamos casi dos horas estudiando, decidimos que ya era suficiente por hoy.
- Muy bien, Jessica. ¡Has conseguido estar toda la tarde atendiendo!- su voz burlona hizo que me sonrojara.
Bajamos al comedor para poder ver un poco la tele.
- ¿Quieres jugar?- dijo señalando a la PLAY. No era un juego que me apasionara, pero con tal de estar con él, haría todo lo que fuese necesario.
- Vale.
Nos sentamos en el sofá y cogimos los mandos de la PLAY. Estuvimos jugando a Mario Bros y, como era de esperar, me ganó. No tardamos mucho en cansarnos de jugar, por lo que optamos por ver un rato la tele. Estaban haciendo la serie FRIENDS. De repente, sonó el teléfono. Mike lo cogió rápidamente.
- ¿Si? Oh, claro. Ahora enseguida se pone- y apartando el teléfono de su boca dijo- Jessica, es para ti.
- ¿Para mí?
Me dirigí al teléfono y pregunté tímidamente:
- ¿Diga?- una voz femenina y muy aguda sonó chillando. Pude apreciar, entre chillido y chillido, dos timbres de voz diferentes. Sin duda alguna, eran Jane y Emma- Chicas, calmaos por favor.
Las voces no cesaron y opté por colgar. Mike me miró con cara asombrado.
- ¿Has colgado a tus mejores amigas?- comenzó a reírse con risotadas muy fuertes. Su cara hizo que me riera con él - Por cierto, ¿qué querían?- cambió sus risotadas por una cara que expresaba interés.
- Nada… la verdad, no lo sé…- y comencé a reírme – Si vuelven a llamar, no lo cojas, por favor - mi voz sonó demasiado suplicante, por lo que, rápidamente, sonreí.
Él me devolvió la sonrisa. Su mirada volvió a ser intensa y muy cálida.
- Bueno, ¿quieres que vayamos a la playa?- dejó de mirarme con ojos cálidos y los cambió por juguetones.
- Claro.
Cogimos las bicis del garaje y nos dirigimos hacia la playa. El camino fue corto, pero aun así, llegué agotada. Ya eran casi las 7 de la tarde y el sol se iba poniendo por el oeste mientras le daba al mar esos tonos rojizos y anaranjados. Realmente, era precioso. Dejamos las bicis en el paseo marítimo y nos encaminamos hacia la orilla. Todo parecía de una película romántica. ¿Qué chica no quería pasar el atardecer con su chico (en este caso amigo) en la playa?
Mientras nos dirigimos hacia la orilla, él se fue acercando tímidamente hacia mí, hasta que al final, estuvo tan cerca de mí, que cuando quise darme cuenta, nuestras manos estaban entrelazadas. Cuando estuvimos en la orilla, nos quitamos las zapatillas, para poder notar el agua fría de aquel mar tan maravilloso. Fue una sensación espectacular al tocar el agua. Me hundí un poco más, hasta las rodillas, y estuve así durante un rato. Aquella agua fría, con cada ola que venia y se alejaba, hacia que me sintiera perfectamente. A mi lado, Mike me observaba atentamente. De repente, resentí incómoda ante semejante situación y me volví para sentarme en la orilla. Mike me siguió y se sentó junto a mí. Nuestros cuerpos estaban tan juntos que podía oírle latido del corazón batiendo apresuradamente. De repente, noté su aliento fresco en mi oreja.
- Jessica… - su voz sonó muy dulce.
Se apartó de mi oreja y me miró fijamente a los ojos. Mostraban una chispa de deseo y pasión, se acercó lentamente a mí, con sus ojos firmes en los míos, observándome. Sentí su aliento en mi boca. Quise hablar antes de nada, pero para cuando iba a quejarme, ya lo tenía demasiado cerca. Lo que pasó fue mágico. Posó sus labios encima de los míos y su aliento cálido hizo que reaccionara. Nuestros labios se movían muy rápidos mientras nos besábamos apasionadamente y nuestros corazones, latían enérgicamente.
Se acercó más a mí y posó su cuerpo encima del mío. Rodamos por encima de la arena mientras nos besábamos cada vez con más energía. Estábamos muy a gusto en aquel lugar. Pero claro, las cosas buenas se acaban…
- Jessica, me pasaría toda la noche contigo, pero tu madre debe estar muy preocupada. Ni siquiera la has llamado…
- Tienes razón…- solo de imaginarme a mi madre mirando el reloj enfurecida, me estremecía.
Se levantó de la arena y con un movimiento rápido, me levantó a mí. Mientras nos dirigíamos hacia las bicis, me rodeó mi cintura con su brazo mientras me aproximaba a él. En cuestión de segundos, nuestros labios volvieron a estar juntos.
- Venga, Mike…- esta vez fui yo la que interrumpió, ya que no quería ni imaginarme la bronca que me echaría mi madre al volver a casa tan tarde.
Me soltó de nuevo y nos subimos a las bicis. El camino de vuelta fue más rápido de lo esperado. Llegamos enseguida a mi casa. Me acompañó hasta la puerta. Supuse que fue por timidez por lo que me dio un beso en la mejilla y se despidió con un movimiento de mano. Me quedé parada en el portal de mi casa, sin entrar, pensando en la maravillosa tarde. Cuando entré en mi casa, mi madre, extrañamente, no estaba ni preocupada ni furiosa.
- Hola, cariño. ¿Qué tal el día?- su voz sonó con tono de interés.
- Mágico…- fue lo único que conseguí decir.
Cuando terminé de cenar, no pensé en quedarme a ver la tele con mis padres y me dirigí directamente hacia mi habitación. Aquella noche tuve un sueño maravilloso. Soñé con mi príncipe azul.

2 comentarios:

  1. Hola Paula. ¡Cuánto tiempo sin tener noticias tuyas! La cosa se va poniendo interesante entre Jess y Mike.
    Saludos desde La ventana de los sueños, blog literario.

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  2. me encanta tu nove, yo tambien escribo,:)
    me gustaría que publicaras + seguidito
    gracias
    chao
    bss
    atentamente: marta

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